mayo 07, 2012

EL ESTADO DE EXCEPCIÓN: LA VIDA NO VALE NADA

No vale nada la vida/la vida no vale nada/comienza siempre llorando/y así llorando se acaba/por eso es que en este mundo/la vida no vale nada. José Alfredo Jiménez "Camino de Guanajuato".


Flavio Meléndez Zermeño
Este viernes 9 de marzo los habitantes del área conurbada de Guadalajara y de algunos municipios de Jalisco vivimos por unas horas bajo un estado excepción. Las garantías constitucionales de quienes aquí habitamos quedaron suspendidas por las acciones que este día llevaron a cabo las fuerzas de seguridad del Estado mexicano y por la respuesta que tales acciones recibieron por parte del crimen organizado. La captura de un importante capo del narcotráfico provocó una balacera en una zona habitacional, el cual fue seguido de al menos once "narcobloqueos" -unidades del transporte público urbano que fueron incendiadas para bloquear el paso por calles y avenidas, así como unidades de transporte de carga pesada que fueron también incendiadas para bloquear carreteras de entrada y salida a la zona conurbada, haciendo veinticinco vehículos en total-, en los cuales murió calcinado Moisés Corona López, conductor de uno de los autobuses quemados. Además aparecieron colgados los cuerpos de cinco hombres en puentes vehiculares fuera de la zona metropolitana, acerca de los cuales las autoridades no han dado a conocer sus nombres y datos. La respuesta del crimen organizado al operativo oficial no es solamente un desafío al Estado mexicano, sino que muestra que la capacidad operativa de un cartel no queda mermada por el hecho de que su líder sea aprehendido.
El estado de excepción implica la suspensión del estado de derecho con el argumento de salvaguardar a este último. Tal medida solo puede ser tomada por un poder que se sitúa por fuera del derecho y al mismo tiempo se asume como su fundamento; en otras palabras, un poder metajurídico, que se ubica en el límite entre política y derecho, decide suspender el derecho para hacerlo valer a través de medidas de excepción que lo suspenden “momentáneamente”. El problema es la duración de este “momentáneamente”, pues su delimitación queda justamente en las fronteras del derecho y por lo tanto sujeta a decisiones de poder. Cuando el estado de excepción empieza a convertirse en la regla, entonces el sistema jurídico-político funciona como una maquinaria letal. Esto es algo que anticipó Walter Benjamin desde 1940, en las Tesis de Filosofía de la Historia, y que permite apreciar que en los Estados modernos, incluidos los Estados llamados democráticos, la creación voluntaria de un estado de emergencia se ha convertido en una práctica recurrente, haciendo del estado de excepción el paradigma de gobierno característico de la política contemporánea. Tal forma de gobierno vuelve imposible la distinción entre guerra y paz, en la medida en que sus fronteras se vuelven porosas.[1]
El estado de excepción produce un efecto en su relación con la vida humana: la vida desnuda. En la medida en que faculta al poder para disponer sin restricciones de las vidas humanas que quedan bajo su dominio, éstas quedan convertidas en vidas desnudas, despojadas entonces de su carácter humano, desprovistas ya de la protección jurídica y de los lazos que las habían sostenido como pertenecientes a una comunidad. Si el capitalismo le había quitado ya algunas de sus prendas a la vida humana, desde el momento en que la convirtió en una mercancía más, el estado de excepción deja a la vida de cada un@ enteramente desnuda frente a la posibilidad de ser suprimida si eso permite la conservación del poder soberano y de la vida de la mayoría. Es en esta forma de operar, donde la vida de cada un@ puede ser aniquilada a cambio de conservar la de la mayoría, que el poder soberano justifica su proceder al instaurar el estado de excepción. Las primeras declaraciones oficiales en el sentido de que el hombre que murió calcinado en uno de los autobuses había participado en el incendio de éste, no solo muestran la incontinencia declarativa de las autoridades sino que revelan el estado de vida desnuda en el que cada un@ queda cuando prevalece la lógica del estado de excepción. Fue necesario que la esposa y la hija de Moisés Corona López reivindicaran públicamente su nombre, su inocencia y  su memoria, aclarando que él era el conductor de la unidad y no uno de los incendiarios.
Cada miembro de la especie humana se las tiene que arreglar con el sinsentido de su destino mortal. A lo largo de la historia se han construido diversas vestimentas para hacerle frente a la caducidad de la vida humana, vestimentas que entretejían el sentido bordeando el sinsentido, en las cuales el telar colectivo servía de sostén cuando el sinsentido hacía su impertinente aparición mostrando los agujeros del sentido. Aquí jugaron su papel de soporte subjetivo las religiones, las ideologías y los llamados metarelatos. En las circunstancias que nos ha tocado vivir, la posmodernidad, el estado de excepción y la primacía planetaria de la mercancía, dejan a cada un@ desnud@ para tejer un sentido para la vida que permita soportar la intemperie del sinsentido, cuando éste ya no se presenta solamente como una intermitencia inoportuna sino que se ha convertido en una presencia cotidiana y persistente. Desde ciertas posiciones que promueven la llamada Salud Mental se dice que la depresión es la "enfermedad" de nuestro tiempo, ¿pero no se trata más bien de una cierta tristeza, como un rasgo presente en el lazo social que ha aparecido como resultado del desfallecimiento de un sentido más o menos compartido socialmente, como experiencia de la dificultad de hacer una vida vivible? Cuando esta desnudez se vive por fuera de algunas condiciones que permiten arroparla, como lo son las condiciones que hace posible la experiencia de un psicoanálisis o algunas experiencias que permiten compartir con otros las vicisitudes propias de la precariedad de la vida, nos encontramos ante una destitución subjetiva salvaje, en la cual cada un@ puede quedar identificado abruptamente con un objeto de desecho. El genio trágico de José Alfredo Jiménez nunca imaginó que las palabras que un día le cantó a la condición humana, al dolor que marca el inicio y el fin de la vida, se convertirían en la definición de algunos de los rasgos distintivos de la subjetividad de una época.
Entretanto, las autoridades de los distintos órdenes de gobierno han anunciado la reinstalación en Jalisco de retenes militares y columna de seguridad móviles, dispositivos propios del estado de excepción, mientras los medios dan a conocer los sobornos millonarios que las bandas del crimen organizado entregaban a funcionarios de seguridad pública de Coahuila, para que les dieran protección e información, entre otras cosas, de ese tipo de operativos que supuestamente pretenden proteger a los ciudadanos.



Este texto es la reelaboración ampliada de una intervención oral en: ¿El inconsciente es la política...? ¡Ahdios! Conversaciones a propósito de la aparición del número 2 de artefactos, una revista de la École lacanienne de psychanalyse/Escuela lacaniana de psicoanálisis, que se llevó a cabo el sábado 10 de marzo.

Publicado en: Nuestra Aparente Rendición



[1] Cf. Tesis de Filosofía de la Historia, en: Walter Benjamin. Ensayos escogidos. Ediciones Coyoacán, México, 2006. Sobre el estado de excepción y su presencia en los Estados contemporáneos cf: Giorgio Agamben. Estado de excepción. Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2004.

mayo 03, 2012

La muerte de Dios en la postmodernidad

Flavio Meléndez Zermeño
 
En mayo de este año Craig Venter y su equipo de investigación, que jugaron un papel sobresaliente en el desciframiento del genoma humano, dieron a conocer la creación de una célula artificial en su laboratorio. Se trata de una bacteria que es producto de la implantación de genoma sintético en el “cascarón” de otra bacteria, la cual se transforma siguiendo la estructura de ese código genético artificial, dando lugar a una nueva especie que no proviene de la división de otras células, es decir, su origen no está en la reproducción de otras formas de vida -ya en el 2007 este investigador había conseguido crear un cromosoma sintético a partir de material químico. Esta invención abre múltiples posibilidades para la producción de microorganismos que pueden ser utilizados en la fabricación de medicamentos, de combustibles, de alimentos… y de armas biológicas con un alto grado de letalidad, además de otros usos que muy probablemente aumentarán más la brecha, de por sí ya abismal, entre las clases sociales privilegiadas y las subalternas, habida cuenta de que Craig Venter además de un destacado genetista es también un ambicioso empresario y sus creaciones estarán rápidamente disponibles en los circuitos del mercado global, al alcance de quien pueda pagar por ellas.
Este último progreso de las ciencias genómicas nos pone a sólo un paso de la caída de una barrera que era considerada infranqueable para la especie humana: la creación de vida artificial. Un atributo que era considerado exclusivo de dios –o de los dioses, si consideramos que el politeísmo es una amenaza que constantemente se infiltra en las grandes religiones monoteístas-, ahora pertenecerá a los humanos, con lo cual se confirma la observación del fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, de que en nuestro tiempo la ciencia ocupa el lugar que antes le correspondía a dios. Estamos frente a uno de los avatares, y ciertamente uno de los más decisivos, de la muerte posmoderna de dios. Vivimos una época en la que el conjunto del lazo social ha dejado de estar organizado por la figura de dios. Su poder y su autoridad eran los que le daban su fundamento a las formas de gobierno, a las instituciones sociales encargadas de administrar la vida terrena y espiritual de los hombres, a las formas de vivir los lazos amorosos y familiares, dándole consistencia a una cadena de transmisión que empezaba con dios, seguía con el papa, pasaba por el monarca -posteriormente por el presidente o primer ministro en los regímenes electorales- y terminaba con en el padre de familia. Este paradigma, con variantes históricas y geográficas, dominó la vida de Occidente durante largos siglos y su ocaso ha dado lugar a una sociedad iluminada por el brillo de la mercancía.
Así, cuando el dominio de los hombres sobre la naturaleza y sobre los asuntos del mundo demostró que la trascendencia de dios se volvía innecesaria, su inmanencia también se diluyó en la mano invisible del mercado, nueva forma de la providencia que sólo alcanza a proteger a unos cuantos mientras abandona a las mayorías. De tal manera que quien todavía conserve su creencia en dios queda situado en una frágil posición: esa creencia ocupa un lugar marginal en un mundo que la destituye cotidianamente. Los ceremoniales religiosos quedan entonces como una isla espacial y temporal en un mundo sin dios; quien cree al mismo tiempo descree en cada uno de los actos que lleva a cabo para participar en ese mundo sometido a las reglas del capitalismo salvaje, que le rinde culto a la ideología darwinista que identifica la lucha por la vida a la depredación llevada a cabo por los más “aptos”, pues en última instancia el valor de la vida humana queda determinado por las leyes del intercambio mercantil –cuestión de la que saca las conclusiones más cínicas la llamada “delincuencia organizada”, organizada en la medida en que opera como una empresa capitalista.
Aquel dios –que la posmodernidad ha terminado por escribir así, con minúscula- podrá estar presente en la mente de algunos o de muchos, pero eso no les basta para enfrentar su desamparo. La muerte de dios deja un agujero del que es posible salir, como señala el filósofo francés Jean Cristophe Bailly, realizando un duelo que permita decirle adiós, dejando caer lo que con su muerte se ha perdido; duelo respetuoso, alejado de las consignas estridentes del ateísmo militante, que haga posible una relación distinta con el mundo y con los otros –uno de los lugares donde es posible efectuar ese duelo es la experiencia que se abre al iniciar un psicoanálisis.
Es conveniente además tener en cuenta que sobre un agujero es posible construir algo nuevo. La muerte de dios que la posmodernidad ha terminado por consumar ha roto aquella cadena que establecía el continuo dios-papa-monarca o presidente-padre de familia, para mostrar que la relación entre esas instancias y sus sucedáneas no tiene nada de natural, que el poder de las instituciones que pretenden regular la vida social, familiar y amorosa no es eterno, y que su fractura ha dado lugar a la proliferación de formas de organización social, de estructuras familiares y de parentesco, de lazos eróticos y amorosos, en los que además queda patente que hay cuestiones del orden del amor y el deseo que no pueden ser fagocitadas por la lógica capitalista de la mercancía.
 
Texto correspondiente a la colaboración transmitida el martes 27 de julio de 2010 en el programa Señales de Humo. Revista cultural de Radio Universidad de Guadalajara (104.3 FM – XHUG). Puede escucharse en http://www.podcastudg.com/humo.xml


El derecho a la vida

Flavio Meléndez Zermeño
 
El 30 de enero de este año 16 jóvenes, varios de ellos menores de edad, murieron masacrados en ciudad Juárez. Cuando celebraban una fiesta de cumpleaños un grupo de sicarios irrumpió en la casa en que se encontraban y los acribillaron, dejando heridos además a otros 29 -después de estos sucesos habrá que preguntarse si para los adolescentes de esa ciudad y sus padres, y para los de las demás ciudades de nuestro país, volverá a ser lo mismo asistir a una fiesta. El 19 de marzo otros dos jóvenes, Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, becarios de posgrado del Tecnológico de Monterrey, murieron al quedar atrapados en el fuego cruzado del enfrentamiento entre militares y Zetas, en al campus de esa institución de educación superior en la ciudad de Monterrey. Al día siguiente dos niños, Uziel y Gamaliel Juárez Mariano, de 7 y 10 años de edad, murieron en Villa Cuauhtémoc, Veracruz, en medio del enfrentamiento entre dos grupos del crimen organizado. Estos son solamente algunos de los “daños colaterales” de la “Guerra contra el crimen organizado” iniciada por el Infierno Federal que encabeza Felipe Calderón.
En este panorama de temor generalizado ante el tsunami de la violencia en el país, las legislaturas de 18 estados de la República han aprobado leyes que penalizan el aborto, convirtiendo en delito el deseo de una mujer de interrumpir un embarazo cuando considera que no cuenta con las condiciones para dar lugar a una nueva vida. Estas leyes, aprobadas principalmente por el PAN y el PRI, pero en algunos casos con el voto de algunos partidos que se declaran de izquierda, se han fundamentado en el llamado “derecho a la vida”.
El movimiento de los derechos humanos surge fundamentalmente después de la segunda guerra mundial, en buena medida como respuesta a las atrocidades del genocidio llevado a cabo por la Alemania Nazi. Aquellos son el resultado de la entrada de la vida humana en el ámbito regulador del derecho, con la intención de proteger la vida y poner un límite al goce que alguien puede tener sobre el cuerpo de un semejante. Tenemos aquí lo que el filósofo francés Michel Foucault denominó “Biopolítica”, caracterizada por el hecho de que el poder estatal se hace cargo de organizar, controlar, moldear el ámbito de la vida de los llamados “ciudadanos” y de la población tomada como conjunto. El slogan Para que la droga no llegue a tus hijos, que forma parte de la guerra desatada por Calderón, es un buen ejemplo de cómo opera la Biopolítica: el sujeto del que se ocupa es uno que no puede decidir sobre su cuerpo y la vida que lo habita; en este caso es incapaz de decidir si usa o no una droga, por lo que el Estado tiene que intervenir en su auxilio para impedírselo.
Sin embargo, es necesario admitir que ningún derecho está hoy menos garantizado que el derecho a la vida –como afirma el también filósofo Roberto Esposito. El hecho de que aproximadamente mil millones de personas se encuentren sufriendo hambre en el mundo, además de las guerras interminables por la imposición de la democracia, y en el caso de nuestro país, las miles de muertes producidas por la guerra del licenciado Calderón, son una muestra de que los discursos que defienden el derecho a la vida no pasan de ser una perorata que está al servicio de una extraña lógica, que muestra de manera privilegiada su estructura en esa paradoja constituida por el hecho de que en México se defiende el derecho a la vida de los que todavía no nacen pero se considera como “daño colateral” que las vidas todavía no realizadas de niños y jóvenes se vean interrumpidas violentamente en una guerra que ellos no decidieron, para protegerlos de un peligro que resulta ser menor que la medicina que terminó con su vida –¿alguien ha escuchado hasta ahora a los defensores de la vida protestar por la muerte de estos jóvenes, protestar con el mismo ahínco con que lo hacen en contra de la despenalización del aborto o siquiera expresar públicamente sus condolencias a las madres y los padres que perdieron irremediablemente y de manera atroz a sus hijos? Para colmo, en el caso de los estudiantes de Juárez y de Monterrey, instancias del gobierno reiteraron el gesto de acusarlos, en un primer momento, de ser miembros de la delincuencia organizada, colocándolos del lado de las vidas que pueden ser desechables, de los cuerpos que no importan para el biopoder.
De tal manera que ese derecho a la vida termina por ser un derecho abstracto que defiende una vida abstracta mientras esta no se concrete en la realidad social en la que habita. Una vez que esa vida se encuentra en el mundo de las relaciones sociales queda totalmente desamparada, sometida al vaivén de las regulaciones de la Biopolítica y del mercado capitalista, en donde esa vida misma terminará por convertirse, dadas las condiciones adecuadas, también en una mercancía. Este es el desamparo que la posmodernidad ofrece a la vida de cada uno, en un ambiente en que solamente la competencia feroz permite adquirir en el mercado condiciones de vida que hagan que esa vida no sea prescindible.
Que la droga no llegue a tus hijos… las balas, el desempleo, la falta de oportunidades para estudiar y acceder a la cultura, el hambre, no son asunto nuestro sino de tu libertad y autonomía como ciudadano, son los males necesarios y colaterales que permiten que nuestra sociedad siga funcionando para usufructo de unos cuantos”.
 
Texto correspondiente a la colaboración transmitida el 25 de marzo del 2010 en el programa Señales de Humo. Revista cultural de Radio Universidad de Guadalajara (104.3 FM – XHUG). Puede escucharse en http://www.podcastudg.com/humo.xml

El liberalismo de Enrique Krauze

Flavio Meléndez Zermeño
 
En su artículo publicado en el diario Mural este domingo 3 de abril –Desterrar el odio–, Enrique Krauze se dedica, como es su costumbre, a darles lecciones a otros, y entre ellos particularmente a un sector de la izquierda mexicana, sobre cómo deben conducirse en la vida pública de nuestro país. Sostiene Krauze que a partir del 2006 la intolerancia política se ha convertido en odio al mezclarse las querellas político-ideológicas con los ríos de sangre que corren como consecuencia de las acciones del crimen organizado. En este último caso el odio se dirige al gobierno por el rechazo a su política de seguridad y porque hay ahí un rostro a quién odiar frente al poder sin rostro del crimen organizado. En el primer caso el odio proviene, siempre según Krauze, de la impugnación “injustificada” del resultado de las elecciones de aquel año, y se dirige tanto al gobierno como al “vasto espectro que no comulga estrictamente con estas dos posiciones” –es decir, la del rechazo a la política de seguridad de Calderón y la de impugnación de los resultados de las elecciones en las que éste fue declarado vencedor. La acusación no podía ser más clara: el odio procede de quienes impugnan la forma en que el gobernante en turno llegó al poder, rechazan su política de seguridad y además dirigen su odio a quienes no comulgan con sus posiciones en estos dos aspectos.
Sorprende la capacidad de este intelectual para colocarse en el lugar del “alma bella” que denuncia en otros el desorden del mundo del que él mismo participa. Omite mencionar la campaña de miedo orquestada en las elecciones de 2006 por el duopolio televisivo, las cúpulas empresariales, el gobierno de Fox y algunos intelectuales afines siempre a las causas de los poderosos: ¿esa campaña, en la que Krauze participó activamente, no juega ningún papel en la polarización que actualmente divide al país? Que esa guerra sucia haya sido seguida por la guerra en contra del narcotráfico, emprendida por el candidato al que favoreció aquella cruzada del poder, ¿no significa nada para la realidad política y social de este país?; ¿qué lugar le otorga Krauze en esta historia al mote de el mesías tropical, título de aquel texto de su autoría y publicado en la revista que dirige?
Ese texto, publicado en 2006, despliega una serie de prejuicios raciales en contra de los pobladores y la cultura del trópico, juzgados desde una mentalidad europeizante que considera a esas zonas geográficas como representantes de la irracionalidad y el desbordamiento de las pasiones, al haber quedado alejadas por largo tiempo de la modernidad occidental. Por si esto fuera poco, el historiador mediático se vale de un desafortunado incidente en la vida de Andrés Manuel López Obrador para aplicarle una psicología digna de una telenovela de Televisa y explicar toda su carrera política a partir de un sentimiento de culpa, que para colmo es acompañado por un misterioso “inconsciente colectivo” que lo arrastra a cumplir “expectativas mesiánicas”.
Tiene razón Krauze cuando dice: “El odio es una forma extrema de la dependencia: vive fijo en su objeto”; ese rasgo del odio parece describir algo de su relación con López Obrador; han pasado los años y Krauze no pierde oportunidad de denostarlo, sigue fijado a su objetivo de salvar a México de un eventual triunfo electoral del político tabasqueño. Por lo demás, Krauze parece confundir el odio –una de las modalidades que adquiere el amor– con la indignación y la ira que provocan algunos pequeños detalles de la realidad de nuestro país: más de 37 mil muertos provocados por una guerra que la mayoría de los mexicanos no apoyan, más de la mitad de la población del país viviendo en situación de pobreza extrema, un gobierno y una clase política que han dado muestras sobradas de su incapacidad y su inveterada corrupción, una oligarquía rapaz que defiende el capitalismo pero rechaza la competencia que podría hacerle perder sus privilegios. Es ahí donde el grito: “¡estamos hasta la madre!”, de Javier Sicilia (a quien Krauze le dedica el artículo en cuestión), encuentra eco, en la indignación y la ira compartidas por muchos.
Ya sabemos cuál es el consejo de Krauze dirigido a quienes participan de tal inconformidad colectiva: “concebir ideas constructivas, inteligentes, novedosas”, ¿pero cuándo leeremos una crítica de este intelectual orgullosamente liberal dirigida a los monopolios que controlan gran parte de la economía nacional y particularmente el sector de las telecomunicaciones? ¿Cuándo una denuncia de los abusos informativos de Televisa, de la pésima calidad de su programación y de la cultura chatarra difundida por esa empresa para la cual trabaja y con la cual tiene jugosos contratos? ¿Cuándo una autocrítica que reconozca que por un lado se declara liberal y por el otro se dedica a defender los intereses de una empresa que ha obstaculizado por todos los medios a su alcance –la presión y compra de legisladores, el chantaje político y mediático, el uso de los espacios noticiosos para desacreditar a sus críticos y a sus posibles competidores– la competencia en el ámbito de las telecomunicaciones, tan importante para el país en este momento de la vida globalizada?
¿No es la libertad de competencia y concurrencia en el mercado uno de los pilares fundamentales del credo liberal que dice profesar este intelectual? El día que leamos su autocrítica quizá pueda reclamar alguna autoridad moral para darle consejos a otros sobre qué sentimientos e ideas deben albergar respecto de la situación de este país.
 
Artículo publicado en La Jornada Jalisco el sábado 09 de Abril de 2011

Big Brother y Televisa

Simpatizantes de Carmen Aristegui manifiestan su apoyo a la periodista tras su salida de W Radio y reprochan la falta de libertad de expresión Foto: HECTOR JESUS HERNANDEZ 
Flavio Meléndez Zermeño
 
La salida de Carmen Aristegui del noticiero matutino de W Radio constituye un acto de censura por parte de Televisa y el Grupo Prisa. El argumento del comunicado de prensa de Televisa Radio, en el sentido de que el trabajo de la periodista no se ajusta a un modelo que la empresa viene implementando con éxito en otros países y que “tras un año de conversaciones no hubo posibilidad de un acuerdo entre ambas partes para incorporar a Carmen Aristegui a este modelo en México, basado en el trabajo en equipo y el derecho a la información plural y que obtiene liderazgo de audiencia en todos los países”, indica en su decir textual que de lo que se trataba para la empresa era de “incorporar a Carmen Aristegui”, es decir, convertirla en un elemento de la corporación: no hay que olvidar que Televisa es una corporación no sólo en el sentido de una gran empresa que incorpora a otras, sino que además durante décadas fue uno de los pilares del régimen priísta y de su sistema corporativo de control social. Una corporación en un sistema de este tipo funciona como un cuerpo que sostiene su unidad a costa de excluir lo que aparece como diferente, como cuerpo extraño. Pero además ese comunicado enuncia algunas de las cualidades que han distinguido entre su amplio auditorio al noticiero de Aristegui –información plural y liderazgo de audiencia– atribuyéndoselas a otros, lo que equivale a reconocérselas en el acto mismo en que se las niega.
Con ese acto de exclusión y censura, Televisa y el Grupo Prisa –accionistas mayoritarios de W Radio– le cobran a Carmen Aristegui el hecho de que haya abierto su espacio noticioso al debate plural del conflicto posterior a las elecciones presidenciales de 2006, de la llamada ley Televisa y de la reciente reforma electoral. Es en esto que la corporación defiende sus intereses económicos y políticos por encima del llamado que ha hecho en los últimos meses a la defensa de la “libertad de expresión”, pues el debate público de la ley Televisa, que tuvo uno de sus espacios privilegiados en el noticiero de Aristegui, condujo a que la Suprema Corte declarara inconstitucionales algunos de sus artículos principales, poniendo así en cuestión el control cuasi-monopólico de Televisa en el ramo de las telecomunicaciones, y por otro lado, la reforma electoral aprobada por el Congreso de la Unión acabó con los privilegios de esta empresa y de TV Azteca en el gran negocio de la publicidad electoral. Si, como dice Jacques Lacan, el capitalista es la forma moderna que adquiere el amo de la antigüedad (El reverso del psicoanálisis, sesión del 17 de diciembre de 1969), en este caso el amo renuncia sólo temporalmente a la ganancia económica que representa un noticiero con al más alto rating, para buscar una ganancia mayor a mediano plazo a través del control corporativo y de su alianza con sectores del poder político.
Pero además es necesario inscribir la exclusión del noticiero de Carmen Aristegui en el marco de un avance del estado de excepción como forma de gobierno en la administración de Felipe Calderón. La reforma constitucional en materia de justicia y seguridad pública, que ha sido recientemente aprobada por el Senado de la República –regresándola con algunos cambios a la Cámara de Diputados para su aprobación definitiva–, establece en el párrafo 12 del artículo 16 que: “La policía podrá ingresar, sin orden judicial, a un domicilio cuando exista una amenaza actual o inminente a la vida o a la integridad corporal de las personas, así como en el caso de flagrancia, cuando se esté persiguiendo materialmente al inculpado”(La Jornada, 14 de diciembre de 2007). Esta reforma, además de suprimir la inviolabilidad del domicilio particular, autoriza el arraigo domiciliario de un sospechoso hasta por 80 días y la intervención de comunicaciones privadas. En la lucha contra el crimen organizado, como ocurre igualmente en la lucha contra el terrorismo, todo sujeto es virtualmente sospechoso. De esta manera, el estado de excepción ha adquirido ya estatuto constitucional, estableciendo una zona en la que el estado de derecho queda suspendido y la excepción se confunde con la norma, con el argumento de que esa inversión entre lo legal y lo ilegal permite restablecer la legalidad propia del estado de derecho (sobre esta cuestión cf. Giorgio Agamben. Estado de Excepción. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2005). A esto se suma el combate cada vez más militarizado contra el narcotráfico y la anexión de nuestro país, a través de la llamada Iniciativa Mérida, a la estrategia estadunidense de lucha contra el terrorismo –en esta dimensión toma toda su eficacia simbólica la aparición de Felipe Calderón con uniforme militar en algunas ceremonias oficiales.
Un régimen que requiere para su funcionamiento de ese espacio de excepción no se lleva bien con el grado de independencia informativa y de debate público que había alcanzado el noticiero de Carmen Aristegui. El espacio de excepción sólo se sostiene a costa de crear y mantener una zona de exclusión –se dice que “en la política no existen las casualidades”, pero da la casualidad de que Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón, fue nombrado representante de los intereses del Grupo Prisa cuando éste asumió la Presidencia de la República, y en marzo de 2007 fue nombrado director de la W Daniel Moreno, periodista cercano a Zavala y por lo tanto a la familia política de Calderón: ¿se encuentra aquí el origen del ajuste de cuentas que excluyó a la periodista del cuadrante de la radio por abrir su noticiero al debate del conflicto postelectoral?
Ese régimen se va tornando semejante, en los rasgos propios del estado de excepción, al régimen autoritario gobernado por el Big Brother –Televisa fue la primera televisora que en nuestro país puso al aire un programa con este nombre–, que describe George Orwell en su novela 1984. Para ese régimen, todos los miembros de la sociedad están bajo sospecha, son presuntos delincuentes o sediciosos, por lo que es necesario mantenerlos bajo observación, constantemente vigilados y cada uno es al mismo tiempo un delator potencial de sus semejantes –¿no es eso a lo que invita la propaganda oficial de la Procuraduría General de la República, a que cada ciudadano delate a los presuntos delincuentes que descubra en su entorno cotidiano? Se puede decir que a la manera de la “neolengua”, cuya invención Orwell le atribuye al tirano y sus colaboradores, en la que una cosa quiere decir al mismo tiempo lo contrario de lo que comúnmente dice, cuando Televisa y sus personeros defienden la “libertad de expresión” –en su intento de recuperar el negocio millonario de la publicidad electoral que la reciente reforma les arrebató–, en su “neolengua” quieren decir: “suprímanla”. Discurso y prácticas de un amo corporativo a la altura del régimen de excepción que empezamos a vivir.
 
Artículo publicado en La Jornada Jalisco el miércoles 16 de enero de 2008

El psicoanálisis no puede ser entendido sin las enseñanzas de Lacan: Flavio Meléndez

Portada de la publicación Foto: HECTOR JESUS HERNANDEZ
La Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (Ecole Lacanienne de Psychanalyse) en conjunto con Ortega y Ortiz Ediciones, acaban de publicar el libro El fracaso del Un-desliz es el amor. A la manera del seminario oral de Jacques Lacan (1976-1977), texto que corresponde a uno de los últimos seminarios que el psicoanalista (que falleció en 1981) impartió, en Francia.
Con motivo de este acontecimiento editorial, se preparan dos actividades. La primera de ellas es la presentación del libro, mañana jueves por la noche (20 horas), en la Librería José Luis Martínez del Fondo de Cultura Económica. Además, el sábado 8 de noviembre (de 11 a 14 horas), se realizará un taller de lectura sobre este seminario, en el anfiteatro de la Universidad Enrique Díaz de León (avenida Díaz de León 90, entre Independencia e Hidalgo); será impartido por Flavio Meléndez y, como único requisito, se necesita contar con un ejemplar del libro.
De estos y otros detalles que conciernen a la singularidad y pertenencia de la publicación nos habla el propio Meléndez, en entrevista…
–¿Cómo se llega a la determinación de publicar un libro de estas características?
–Habría que partir de que el estado de la enseñanza de Lacan ha sido un tanto problemática porque una gran parte de la misma quedó en grabaciones de sus seminarios. El publicó en forma escrita algunas cuestiones, la mayor parte está en dos libros (Escritos I y II, publicados en español por Siglo XXI Editores), pero el grueso de su enseñanza fue oral. Hasta hace muy poco, la transmisión de estos conocimientos se daba por dos vías: las ediciones oficialmente autorizadas (a cargo de su yerno y que, en nuestra lengua, al traducirse del francés, aparecían en Editorial Paidós); la segunda, era acceder a versiones que circulan –desde hace años– en fotocopias, en francés o español (en traducciones muy malas) y, de unos años a la fecha, en formato de CD. Así, un grupo de analistas lacanianos, miembros de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (Ecole Lacanienne de Psychanalyse –ELP–, con sede en París y presencia en más de una decena de países), decidimos editar este seminario, muy importante porque corresponde a la última etapa de la enseñanza de Lacan. Hablamos de un seminario celebrado tres o cuatro años antes de su muerte, un momento en el que da un viraje muy importante a su enseñanza y donde replantea algunas cuestiones importantes de la misma. Por otra parte, las reglas de la edición de su obra han cambiado un poco y hubo la posibilidad de editarlo sin que hubiera problemas de orden legal…
–Utilizar el término “a la manera de” ¿se utiliza como manera de ‘salvar’ algo?
–No es tanto (ni solamente) una cuestión de orden legal. “A la manera de” es un método de edición y establecimiento para este seminario, que inicialmente fue editado por una revista de la ELP, en París, el año de 2004. Quisimos plantearlo de ese modo en la idea de que esta versión dé cuenta de todos los elementos escenográficos de los seminarios de Lacan, lo que era su estilo de transmisión en su enseñanza: los gestos, los rodeos del discurso, las ambigüedades, las intervenciones del público, incluso los acontecimientos inesperados. Además, se respeta –en la medida de lo posible– el carácter de improvisación que el seminario tenía; porque él hacía notas (con las que se auxiliaba) pero, evidentemente, no llevaba todo preparado. Hay una gran cantidad de ocurrencias…
–De ahí que se rescaten también los dibujos y diagramaciones que hacía…
–Ese es otro elemento que tiene esta edición en particular (que no está en la edición francesa de la revista). Nos dimos a la tarea de insertar, en el discurso de Lacan, cada una de las figuras topológicas que iba planteando a lo largo del seminario; esto implica un trabajo de establecimiento del seminario, ubicar las figuras (que se hallaban en un álbum, en desorden, a lo más estaban fechadas aunque sin establecer a qué momento pertenecían); además, hacer todo un aparato de edición crítica, las referencias bibliográficas –que no están explícitas– a lo largo del seminario, localizar las que se ubican en ediciones en español…
–¿Y por qué encargar la traducción no a un profesional del área (un analista) sino a alguien vinculado con la literatura, como se especifica en el prólogo?
–Ahí también rompemos un poco la tradición en el medio analítico, porque –de modo tradicional– se encargaba este trabajo a conocedores de la obra de Lacan, que hablaran francés, lo que a veces implica una mala calidad en las traducciones. Una cosa es leer una lengua (incluso entenderla) y otra traducirla. Muchos textos del psicoanálisis (algunos de ellos en francés), traducidos al español, resultan poco legibles, o son poco ‘amables’ para el lector…
–¿Por la terminología elevada?
–Bueno, se decía de Lacan que era el “Góngora francés”. Su sintaxis, de hecho, no es del todo fácil. Pero eso se complica cuando quien traduce no tiene el oficio. Nosotros optamos por que el trabajo lo hiciera un traductor profesional, con quien fuimos comentando algunas cuestiones, de modo que la versión fuera ‘amable’ para el lector. Creo que se trata de una traducción muy amena, que respeta el estilo de Lacan. Porque una cosa que tratamos de tener en cuenta con esta edición, fue dar cuenta de la dimensión de ‘performance’ que tenían los seminarios de Lacan. Quien tenga acceso al libro percibirá eso…
–¿Qué otros elementos particularizan esta edición?
–Pues ya son varios elementos que, de por sí, la hacen al menos distinta a otras que circulan en el mercado o vía Internet o en CD. Otro detalle, eso sí, es que la edición se convierte en un instrumento de lectura, una herramienta para aquellos a quienes interese el psicoanálisis y, en particular, la enseñanza de Lacan que, en muchos países, ha tenido una recepción importante en campos como la filosofía, la literatura, la política, los estudios de género, la lingüística…
–De hecho, hubo una relación muy estrecha entre Lacan y Barthes, por ejemplo…
–En realidad, Lacan tenía una relación muy cercana –por un lado– a nivel de discusión teórica con los intelectuales de su país (o extranjeros) de su época: Roland Barthes, Lévi Strauss, Althusser, Francis Val, Michel Foucault, Greimas, incluso con algunos tuvo una relación de amistad cercana. Con algunos sostiene discusiones sobre aspectos como el saber, la verdad, el erotismo, el poder…
–Y, desde su punto de vista, ¿qué hace necesario –hoy– revisar a Lacan?
–Me parece, por un lado, que el psicoanálisis contemporáneo no puede ser situado en sus implicaciones para un mundo como el que vivimos (la época de la posmodernidad, por decirlo de algún modo), sin tener en cuenta la enseñanza de Lacan; se esté o no de acuerdo con él. Puede verse que hay países, caso extraño, como los de lengua inglesa, donde –en el terreno del psicoanálisis– Lacan no es prácticamente tomado en cuenta, acaso sólo para criticarlo; pero en el ámbito de los estudios de género o la filosofía política, es un autor muy importante. Creo que, además de los analistas, quienes se interesen por estos campos, encontrarán una enseñanza importante. Lacan, para mí, resulta uno de los pensadores más importantes del siglo XX y del XXI (aunque no lo haya vivido), se esté o no de acuerdo con él. Se puede disentir, pero no se le puede no leer, no de debe dejar de tomar en cuenta. Lacan anticipó un gran número de cuestiones sobre las transformaciones subjetivas que hoy vivimos y son resultado de la posmodernidad, ese lazo social inédito que algunos autores han llamado así…
–¿A cargo de quiénes estuvo la edición?
–Es un colectivo conformado por varios analistas, de Argentina y México (algunos de la escuela lacaniana y otros no), llamado Travesuras eróticas. Pasaje de lenguas. La responsabilidad de la edición estuvo a cargo de cuatro analistas: Alberto Sladogna, Claudia Weiner, Mario Betteo y yo…
Esta edición de El fracaso del Un-desliz es el amor. A la manera del seminario oral de Jacques Lacan (1976-1977), se presentará mañana por la noche e inaugura la colección ‘Cuaderno de notas’, para la revista especializada Artefactos.
 
Entrevista publicada en la Jornada Jalisco el miércoles 05 de Noviembre de 2008

"¿Y yo por qué no?/ I Parte

Flavio Meléndez Zermeño/I Parte
 
Las elecciones de este 2 de julio han estado marcadas por tres rasgos que permiten situar las coordenadas en las que se ha ido configurando la situación política que prevalece después de los comicios: 1º la intervención del Presidente de la República en el proceso electoral, apoyando al candidato presidencial de su partido; 2º la campaña de miedo promovida por este candidato y el Partido Acción Nacional, al cual pertenece, con la colaboración de un sector de los grandes empresarios del país; y 3º los resultados de la elección presidencial, que por primera vez en la historia plantean un virtual empate entre dos candidatos.
En relación con este tercer aspecto, la actuación de las instituciones encargadas de organizar y calificar las elecciones ha dejado mucho que desear en cuanto a otorgar garantías a unos comicios con esos resultados en un país en el que durante setenta años el fraude electoral fue una práctica recurrente y un elemento estructural del régimen de partido de Estado. La forma, por lo menos extraña, en la que el IFE fue dando a conocer los resultados de la elección presidencial, en donde el comportamiento atípico de la variación en las cifras permite fundar la sospecha de una manipulación informática; el regateo durante los cómputos distritales para abrir paquetes electorales con datos inconsistentes; la negativa también del IFE para condenar la campaña de miedo en contra de Andrés Manuel López Obrador; las intervenciones del presidente de ese instituto para fabricar un triunfador inobjetable antes de la calificación de la elección por parte del Tribunal Electoral; la negativa de los magistrados de este organismo para contar voto por voto en una elección con características inéditas en la historia del país; las inconsistencias sistemáticas –votos mal contados, actas de casilla alteradas, boletas sobrantes, etc.- en miles de paquetes electorales… son sólo algunas de las múltiples anomalías que muestran que estas elecciones están lejos de la cándida imagen que promueve la intensa campaña mediática del IFE y de novísimas organizaciones civiles que han surgido para defender la pulcritud de los comicios. Una conclusión se impone a partir de lo anterior: los prolongados acuerdos entre las distintas fuerzas políticas que dieron origen a estas instituciones que tienen como finalidad transparentar las elecciones fueron insuficientes. A fin de cuentas estas instituciones, así como una parte considerable de las personas que las conducen, son las mismas que existían en el régimen priísta. Esta pervivencia es una señal de que ese régimen que agoniza desde hace algunos lustros no ha terminado de expirar y las instituciones que lo mantienen con vida se colocan por encima de cualquier movimiento social que lo cuestione en sus fundamentos.
La intromisión directa y abierta de Vicente Fox en la campaña presidencial se remonta al intento fallido de desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Al enfrentar el aumento formidable de la protesta social por el intento de sacar a éste de la contienda presidencial, aquél tuvo que dar marcha atrás y reconocer, a través de la PGR, que no había elementos jurídicos suficientes para iniciar un proceso penal en contra del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, que ya había sido despojado de su fuero constitucional.
Después, al dar inicio formal las campañas por la presidencia de la República, Fox se declaró listo para hacer campaña a favor del candidato de su partido, argumentando que nada se lo impedía, como si fuera el gobernante de un país en el que eso estuviera legalmente permitido –es precisamente el caso de los Estados Unidos-, como si una historia de setenta años de “dedazo” de los presidentes priístas no fuera razón suficiente para mantener escrupulosamente las manos fuera de la sucesión. Tal parece que a aquel famoso “¿Y yo por qué?” –pronunciado cuando se le preguntó en su investidura de Presidente qué iba a hacer cuando Televisión Azteca asaltó con un comando armado las instalaciones del canal 40 del valle de México y se apropió ilegalmente de la señal de esta televisora-, le siguió un “¿Y yo por qué no?”: ¿por qué no usar el poder presidencial para impulsar el triunfo del candidato de su partido?, ¿por qué no hacer todo para impedir que su enemigo más íntimo llegara a la presidencia? Si las condiciones que hacían posible el dedazo ya no están presentes, en cambio sí es posible desatar una gigantesca campaña mediática para forzar la victoria de uno y la derrota del otro[1], haciendo además un uso faccioso de cada ritual público de la investidura presidencial para abonar a tal fin.
En ningún asunto político del sexenio ha intervenido Fox con tal insistencia y sistematicidad como aquél que se refiere a la marcha de López Obrador hacia la presidencia de la República. Fox no interviene en la sucesión presidencial desde el lugar en que lo hacían los presidentes del régimen de partido de Estado, no se trata en su caso de un acto en el que se concentra el poder presidencial en el momento de elegir a su sucesor para que ese poder inicie su eclipse a favor del nuevo ungido y dar así continuidad a un ritual del poder que garantiza la continuidad del régimen; se trata de mantener a toda costa el paso del caballo de la política económica cambiando sólo de jinete, como si esa fuera ya la única manera que le queda de salvar un “Gobierno del cambio” que fue en realidad un sexenio perdido, una muestra difícil de superar de la inoperancia de la política lograda por un gobernante posmoderno que no se hace cargo del lugar que ocupa ni de las consecuencias de sus actos -ya antes había dejado avanzar la tentativa de ser sucedido en la presidencia por su esposa, sin tomar en cuenta los efectos catastróficos que en la historia de este país tiene cualquier intento que huela a reelección, así sea por interpósita persona.
Al apoyar ilegalmente al candidato de su partido, Fox no sólo traiciona a la democracia sino que traiciona también la lucha que él mismo llevó a cabo seis años antes, cuando conminaba al entonces presidente Zedillo –al que llamaba burlonamente “Zedillín”- a que sacara las manos de la elección. Con su proceder anula el acto que lo había colocado en la historia como el primer presidente de la alternancia, el que había sacado al PRI de Los Pinos -aunque no de la cultura y las prácticas de la clase política perteneciente a los distintos partidos. En condiciones políticas nuevas, que él mismo contribuyó a realizar, termina por repetir el gesto más característico del régimen que había combatido: la intromisión del poder presidencial en la sucesión. Al hacer esto, Fox borra el lugar que tenía en el entramado político que él junto con otros había contribuido a establecer, desatando consecuencias de las que no parece estar advertido. Los efectos de este pasaje al acto están a la vista de todos y han sumido al país en una de sus más graves crisis políticas y sociales[2].
La campaña de miedo que continúa hasta el día de hoy parece constituir nuestra versión nacional de la lucha contra el terrorismo, que convierte en un peligro a todo lo que ponga en cuestión al orden establecido, principalmente el orden económico ligado a la globalización neoliberal. El eslogan “López Obrador es un peligro para México” fijó el tono de inquina y miedo de la competencia electoral. Este clima no puede ser desligado de la demanda de eliminar a aquello que es situado como un peligro; en este caso el peligro no sólo es el candidato de la oposición de izquierda sino potencialmente todos aquellos que votan por él y se suman a su proyecto político. Así encontramos que en la página web de Felipe Calderón se encuentran dos videojuegos en los que un muñeco con la figura del candidato panista va aniquilando en su lucha a sus adversarios, el principal de ellos un monstruo llamado “el Peje”[3]. En este marco hay que tomar también el lapsus que comete Fox un mes y días antes de las elecciones, cuando al dar inicio a una campaña de salud dice: “El tabasqismo mata en todas sus formas, su consumo es la principal causa de mortalidad evitable en el mundo, por lo que todos tenemos la responsabilidad de luchar contra ese mal”. Para el mandatario se trata de una lucha a muerte en contra de su rival tabasqueño.


[1] Durante el primer semestre de 2006 la Presidencia empleó 4 mil 82 horas efectivas de tiempo gratuito en televisión para difundir sus spots, por encima del tiempo empleado por el IFE, la Cámara de Diputados y la de Senadores. Mural. 3 de agosto de 2006. Nota de Armando Talamantes.
[2] El fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que este 5 de septiembre declara Presidente Electo a Felipe Calderón, afirma que la intromisión de Fox puso en riesgo la validez de las elecciones. Sin embargo, ni de ésta ni de ninguna de las múltiples anomalías que el Tribunal reconoce que se cometieron extrae consecuencia jurídica alguna respecto a la validez de los comicios, con el simple argumento de que no es posible comprobar los efectos que tuvieron en el resultado final. Se trata de un fallo, en más de un sentido, que deja impunes los delitos electorales cometidos.
[3] Manzanos R. Felipe “terminator”. Proceso 1551. 23 de julio de 2006.
 
Artículo publicado en La Jornada Jalisco el lunes 11 de Septiembre de 2006

"¿Y yo por qué no?/ II Parte

Flavio Meléndez Zermeño

La existencia de un peligro que amenaza a la paz y al orden constitucional es una de las condiciones que hacen necesaria la instalación del Estado de excepción, en el que la inversión de los límites entre lo legal y lo ilegal vuelve prescindible la vida de categorías enteras de la población que no pueden ser incorporadas en la maquinaria política y económica. Cuando la defensa legal del voto es tratada como ilegal y las acciones ilegales de un gobierno se hacen aparecer como legales nos encontramos en medio de un Estado de excepción que opera en una dimensión específica de las relaciones de poder, aunque no sea declarado oficialmente como tal –en el cerco que el gobierno federal montó alrededor de la cámara de Diputados, con la ayuda de la Policía Federal Preventiva y el Ejército, tenemos además una zona geográfica delimitada que funciona bajo las reglas del Estado de excepción.
El Estado de excepción –característica presente en el campo de concentración nazi[1]- se ha convertido en paradigma de gobierno en las democracias occidentales, hasta el punto de confundirse con la norma, replanteando el régimen de lo humano por la vía de la exclusión de la diferencia: el encierro cautelar de los locos, de los presuntos terroristas, las limitaciones de las libertades civiles para asegurar la libertad, el control de los flujos de población a través de estrategias biopolíticas, etc. Pero si tomamos nota de la afirmación de Jacques Lacan en el sentido de que el lazo social concentracionario constituye la ganancia de una sociedad que sólo reconoce una función utilitaria[2], es necesario concluir que es el mercado, como forma dominante del lazo social en la sociedad posmoderna, el principal operador de esa suspensión del derecho propia del Estado de excepción. Son los requerimientos del mercado los que vuelven prescindible la vida de todos aquellos que no son integrables en los circuitos que constituyen los intercambios mercantiles. En un país como el nuestro, en el que más de la mitad de la población vive por debajo de los índices internacionales de pobreza, esta forma de “lazo social concentracionario” que promueve el mercado global suspende de facto las garantías individuales que la norma constitucional otorga a los ciudadanos mexicanos –derecho al libre tránsito y la reunión, a la educación, la salud, la vivienda, el trabajo digno, etc.
La sociedad democrática posmoderna se caracteriza por la caída de todos los sistemas de referencia que en otros momentos orientaron la vida de las sociedades humanas; este derrumbe se acompaña de la desaparición de toda figura del Otro cuya mediación permita organizar el conjunto del lazo social, por lo mismo no es posible encontrar ya un garante de los intercambios sociales que en nuestra época quedan entonces librados a la lógica del mercado. En otras palabras, todo valor simbólico que pudiera garantizar los intercambios entre los sujetos ha sido desmantelado a favor del valor monetario de la mercancía, que permea todas las formas de relación social provocando una transformación del orden simbólico que deja a cada sujeto en la desprotección más radical, sin el amparo del Estado ni del Otro para hacer valer su condición de ciudadano, es decir, no hay nada que garantice sus garantías individuales… a no ser su propia autonomía jurídica que lo deja a la deriva de los oleajes del mercado –como en esa historia, a la que extrañamente las dos cadenas televisoras dedicaron durante días mayor tiempo de transmisión que el destinado a la crisis postelectoral, de los náufragos mexicanos que sobrevivieron durante nueve meses navegando a la deriva.
En 1964 Lacan se refiere a la política en estos términos: “Ser objeto de negociación no es, sin duda, para un sujeto humano, una situación insólita, pese a la verborrea sobre la dignidad humana y los Derechos del Hombre. Cada quien, en cualquier instante y en todos los niveles, es negociable, ya que cualquier aprehensión un tanto seria de la estructura social nos revela el intercambio (…) Todos saben que la política consiste en negociar, y en su caso al por mayor, por paquetes, a los mismos sujetos, llamados ciudadanos, por cientos de miles”[3]. Después de poco más de cuarenta años podemos decir que las sociedades democráticas han superado con mucho lo afirmado por Lacan, la posmodernidad no sólo negocia el destino de los sujetos por cientos de miles o millones, sino que hace de cada uno un deshecho humano en potencia, al colocarlo en riesgo permanente de convertirse en homo sacer[4]: un despojo desprovisto de cualquier estatuto humano, un deshecho del mercado que ya no puede ser sacrificado, cuya existencia sólo es registrada en la estadística. La angustia en la que el sujeto se encuentra ante el lazo social concentracionario, cuestión que Lacan señaló en 1949, se ha convertido en forma de vida, en la compañera del habitante posmoderno.
Ahí está la raíz del miedo que la campaña panista y empresarial ha promovido con éxito, que hace aparecer un cambio en la política económica como un peligro en el que los ciudadanos mexicanos van a perder sus bienes, incluso aquellos que no pueden perder los bienes que nunca han tenido y que por miedo fueron a votar por un proyecto político que en el mejor de los casos les ofrece sobrevivir con un empleo. La concepción que aquí está en juego aparece en toda su crudeza en el comentario que hace una diputada panista el día del festejo del triunfo de Calderón en la sede nacional de su partido: “Se acabó el Primero los huevones. Ahora vamos a darles un empleo y a ponerlos a trabajar”[5]. El comentario no sólo revela un extendido prejuicio que explica el origen de las desigualdades sociales por el hecho de que los desposeídos son unos flojos, sino que lleva incluido un remedio para la pobreza y una visión de su futuro: el trabajo, ¡para sobrevivir tienen que trabajar más de lo que ya lo hacen! Como todavía se puede leer a la entrada del campo de concentración y exterminio de Auschwitz: “El trabajo os hará libres”.
La modificación del orden simbólico mencionada más arriba afecta a la estructura del tiempo humano, pues tiene como una de sus consecuencias la aparición de un futuro vaciado de referencias que orienten la acción de los sujetos hacia la posibilidad de un porvenir diferente. El futuro es ese tiempo constituyente de la subjetividad humana en el que Freud señalaba que el deseo se figura como cumplido, el tiempo en el que la fantasía que orienta al deseo de un sujeto despliega su argumento para hacer posible una vida humana vivible. Cuando el único futuro que la política posmoderna puede ofrecer se reduce a sobrevivir, estamos frente a una metamorfosis basada en un fraude que le arrebata a los humanos uno de sus elementos más distintivos.
 
Este trabajo, con ligeras modificaciones, fue presentado el 25 de agosto de 2006 en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara, en el marco de un ejercicio de clínica psicoanalítica denominado “Psicopatología de la vida política cotidiana”, en el que también participaron Alberto Sladogna, Federico Arreola, María Luisa González, Ulises Valdés y Xóchitl Vázquez.
Fue publicado también en La Jornada, edición Jalisco, el 11 y 12 de septiembre, sin las notas de pie de página que aquí se incluyen.


[1] Cf. Agamben G. Estado de excepción. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2004. También cf. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Pre-textos. Valencia, 2003.
[2] Cf. Lacan J. El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. En: Escritos 1. Siglo XXI. México, 1989.
[3] Lacan J. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós. Barcelona, 1987. p. 13
[4] Cf. Agamben G. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Ed. Cit.
[5] Público. 7 de julio de 2006. Nota de Diego Osorno.
 
Artículo publicado en La Jornada Jalisco el martes 12 de Septiembre de 2006

LA DIVERSIDAD DE LOS CUERPOS Y LAS FAMILIAS

Flavio Meléndez Zermeño[1]
Resumen
La declaración de constitucionalidad de la ley que en el Distrito Federal instituye los matrimonios igualitarios y su derecho a la adopción de hijos, cuestiona los planteamientos que adscriben la sexualidad humana a una ley natural, que fundaría una familia basada en la relación heterosexual dirigida a la reproducción. Se plantea que por el contrario la sexualidad humana está tomada enteramente por el lenguaje, lo cual deriva en la existencia de un cuerpo no natural, en la pluralidad del erotismo humano y en las multiplicidad de formas familiares, mostrando que la familia nuclear es un producto histórico reciente. Se propone que la proliferación de leyes que instituyen en distintos países los matrimonios igualitarios forma parte de una mutación cultural, en la que pueden identificarse tres elementos: la mutación del orden simbólico ligado al Complejo de Edipo, la muerte de la familia patriarcal y el desvanecimiento del matrimonio como forma casi única de sancionar socialmente las relaciones eróticas y amorosas.
Palabras clave: Matrimonios igualitarios, ley natural, erotismo, cuerpo no natural, mutación cultural.
 
 
 
Abstract
The declaration of constitutionality of the law that in Mexico City institutes egalitarian marriage and its right to children adoptation questions approaches that ascribe human sexuality to a natural law, which founded family on heterosexual relationships aimed at reproduction. In the other hand it is established that human sexuality is taken over by language, deriving in the existence of an unnatural body, in the plurality of human eroticism and the multiplicity of forms of family, showing that the nuclear family is a recent historical development. It is proposed that the proliferation of laws establishing in different countries egalitarian marriage are part of a cultural mutation in which three elements can be identified: the mutation of the symbolic order linked to the Oedipus complex, the death of the patriarchal family, and the decline of marriage as virtually the single social approval of erotic and loving relationships.
Keywords: Egalitarian marriage, natural law, eroticism, not natural body, cultural mutation.
 
 
 
 
El fallo del 10 de agosto de 2010 en el que la Suprema Corte de Justicia de la Nación establece la constitucionalidad de la ley que en el Distrito Federal instituye los matrimonios igualitarios, independientemente del sexo de los contrayentes, junto con el derecho de éstos a la adopción de hijos, constituye un cuestionamiento formidable a los planteamientos que abonan la sexualidad humana en la cuenta de lo que es considerado “natural”. Lo que está en juego en esta reforma legal, así como en otras que la preceden y la suceden[2], implica dificultades que se muestran desde las distintas maneras de referirse al asunto: matrimonios de la diversidad -¿pero acaso cada matrimonio no es diverso a los otros?-; matrimonios de la semejanza –¿pero semejanza de qué o en qué?-; matrimonios lésbicos o gays –como si quienes están implicadas o implicados en esa decisión pudieran ser reducidos en su identidad a una etiqueta de ese tipo-; matrimonios de personas del mismo sexo -¿pero quién puede asegurar que se trata del mismo sexo? Lo cual indica que las categorías que intentan dar cuenta de la cuestión se revelan de entrada insuficientes.
La mutación que conlleva ese fallo –tanto el jurídico como el de las palabras- no atañe solamente al ámbito jurídico, pues en él están implicados el estatuto del cuerpo humano en tanto sexuado, la reproducción de la especie, los intercambios eróticos y amorosos, las relaciones entre los sexos y las generaciones, y las estructuras de parentesco que dan lugar a las formas de organización familiar. De ahí el debate nacional que ha desencadenado este asunto, rebasando con mucho los límites del Distrito Federal y de una disputa entre personalidades públicas, para mostrar una sociedad plural y heterogénea, dividida en posiciones encontradas que atraviesan a familias, grupos sociales e instituciones, de manera muy similar a lo que ocurrió con las elecciones presidenciales del 2006.
Quienes desde la jerarquía eclesiástica y desde la defensa de la familia considerada tradicional se oponen a los matrimonios igualitarios, lo hacen en nombre de una ley natural que establecería como norma la relación llamada heterosexual –un término que surge apenas en el siglo XIX[3]- entre un hombre y una mujer, cuya actividad sexual estaría fundamentalmente dirigida a la reproducción de la especie, para fundar una familia conformada por padre, madre e hijos. Pero ¿qué clase de ley natural es esa que solamente algunos cumplen, mientras otros se empeñan en pervertir transgrediéndola?, ¿cómo es que una ley natural requiere de voceros que la defiendan con discursos y acusaciones virulentos?, ¿no tendría esa ley sus propias constricciones, dadas justamente por la naturaleza, de tal manera que su cumplimiento estaría asegurado?
Si algo muestra el actual debate sobre esta cuestión es que la sexualidad humana está enteramente tomada en las redes del lenguaje (Lacan, 2008: 217), es por eso que se la puede debatir apasionadamente. Nada hay en ella que se asemeje a una ley natural, a un instinto o algo parecido; precisamente de ahí parte su diversidad, su relación problemática con las normas que pretenden regularla y su articulación-separación respecto de las finalidades reproductivas. En este último aspecto, la tecnociencia ha llevado hasta sus últimas consecuencias la separación entre sexualidad y reproducción. Al hacer posible la anticoncepción, la reproducción asistida, la clonación, la producción en laboratorio de óvulos y espermatozoides, hasta llegar incluso a la creación de células artificiales, se ha dado lugar a la existencia de una reproducción sin sexualidad y una sexualidad sin reproducción, hasta el punto de que la pertinencia del término sexualidad en el mundo humano queda en cuestión. La riqueza de formas del erotismo en el ser hablante excede con mucho a la sexuación, es decir, a una partición al servicio de la reproducción de la especie.
El humano es un neoteno, es decir, pertenece a una especie cuyo nacimiento se da prematuramente y que nunca alcanza la madurez, de tal manera que cada miembro de esta especie para sobrevivir requiere de una prolongada relación de dependencia con el Otro (Dufour, 2002: 130-135; Lacan, 2008: 102-103). Su cuerpo ha quedado arrancado del ámbito del instinto y de las pautas de comportamiento fijadas filogenéticamente por la naturaleza, para quedar inscrito en un mundo de lenguaje que le precede y que recibe del Otro. Es entonces un cuerpo constituido en un nudo de relaciones con otros cuerpos, con imágenes y con palabras, cuya trama es el lenguaje compartido de una sociedad y su cultura. Un cuerpo no natural, cuyas formas de satisfacción están dadas por las particularidades que ese anudamiento toma en la diversidad del paisaje humano y en un momento determinado de la historia. El erotismo de este ser parlante es resultado de estas determinaciones, de ahí su carácter errático, variable, múltiple, en donde el goce a veces va alternado, acompañado o mezclado con el sufrimiento. De ahí que su identidad sexual, cualquiera que sea, es no-toda, pues no engloba en una totalidad al ser de su portador, quien para encontrar un lugar que le permita acceder a formas y objetos de satisfacción tiene que tomar prestados algunos rasgos de los otros para identificarse con ellos, de tal manera que la identidad requiere de la identificación con otros para sostenerse. Por eso en el humano el sexo no se reduce a la anatomía, ni está en una relación de correspondencia biunívoca con ella; es por una parte una atribución performativa proveniente del Otro y por otra parte una declaración, es decir, un acto inscrito en el campo del lenguaje, que cada quien lleva a cabo y con el cual testimonia del deseo que lo/la habita, que lo/la tiene tomado.
Sobre la fuerza performativa que el lenguaje tiene sobre el cuerpo humano, la cual se realiza a través del discurso, Judith Butler especifica:
Afirmar que el discurso es formativo no equivale a decir que origina, causa o compone exhaustivamente aquello que concede; antes bien, significa que no hay ninguna referencia a un cuerpo puro que no sea al mismo tiempo una formación adicional de ese cuerpo. En este sentido, no se niega la capacidad lingüística para referirse a los cuerpos sexuados, pero se altera la significación misma de “referencialidad”. En términos filosóficos, la proposición asertórica es siempre, hasta cierto punto, performativa (Butler, 2005:31-32).
 
Si bien la eficacia performativa del lenguaje sobre el cuerpo no lo causa exhaustivamente, también es cierto que el discurso no sólo lo describe, afirmando o negando algo acerca de él, como lo hace una proposición asertórica, sino que tiene un efecto que modifica a ese cuerpo, por lo cual éste no puede ser tomado como un referente puro que recibe desde el exterior un discurso que le es ajeno y lo deja inalterado.
Si el erotismo del ser hablante está constituido de esta manera, es necesario concluir que no hay entre los sexos, como quiera que sea que ellos se definan, relación de complementariedad. En la diversidad de los encuentros eróticos, como quiera que se declaren sus participantes –hombre, mujer, lesbiana, gay, transexual, transgénero, trans…-, el deseo de uno/una no encontrará en el deseo del otro/otra una simple réplica que duplique “su” deseo o una respuesta que lo complemente, por más que se empeñe en demandar eso. Es la no-relación la que hace posible una relación, es la disparidad la que ha hecho posible ese encuentro y lo relanza incesantemente. De ahí también que cualquier experiencia que aparezca como la imposición del deseo de uno/una sobre el deseo del otro/otra sea la fuente más común de conflictos y malentendidos en la vida amorosa.
Por su parte, la familia constituida a partir del pretendido lazo natural entre un hombre y una mujer está fundada en un elemento nada natural: la prohibición del incesto, que es un ordenamiento simbólico ligado al lenguaje y que toma alcances y configuraciones distintos en cada cultura, estableciendo las relaciones endogámicas que quedan proscritas y por derivación las reglas que definen la normalidad sexual. Esa familia considerada nuclear es el resultado de largas transformaciones históricas y toma su forma en occidente entre los siglos XVI al XVIII, al compás de la marcha del joven capitalismo. No habría que dejar de lado que hasta el siglo XIII se practicaba una liturgia específica para las bodas de la semejanza, la cual desaparece cuando en esa centuria el matrimonio es convertido por la iglesia católica en sacramento. Por otra parte, los casamientos sirvieron durante siglos como un mecanismo para asegurar la transmisión de un patrimonio y eran arreglados por los padres de los contrayentes frecuentemente en los primeros años de vida de éstos, bajo el supuesto de que una vez unidos el amor surgiría con los años. Solamente a partir de finales del siglo XVIII surge la idea de un matrimonio que desde su inicio une a un hombre y una mujer por el amor, entendido como la reciprocidad de afectos y pasiones eróticas (Roudinesco, 2003: 18-21).
La proliferación de leyes que en distintos países instituyen los matrimonios igualitarios, independientemente del sexo de los cónyuges, nos coloca entonces frente una mutación cultural de largo alcance. Tres elementos de los muchos que están ahí en juego son:
Primero: Una mutación en lo que el psicoanalista francés Jacques Lacan llamó orden simbólico: el ordenamiento que regula las relaciones entre los sexos y las generaciones, que da lugar a las estructuras de parentesco que constituyen las formas de organización familiar, ha sufrido un cambio radical para dar lugar a una multiplicidad de órdenes simbólicos y de estructuraciones familiares. Es en aquel orden simbólico en el que Sigmund Freud imaginó el complejo de Edipo, para dar cuenta de la constitución paradójica de la sexualidad humana en la familia pequeñoburguesa: ahí donde toma forma está al mismo tiempo prohibido ejercerla. Las posiciones del Padre y de la Madre se definen en esta estructuración familiar a partir de la prohibición del incesto, sin embargo el estatuto simbólico de esos lugares pretendidamente universales no coincide con sus variaciones sociales:
… la variabilidad social de la paternidad, de la maternidad y de la estructura familiar no está reflejada en el sempiterno binarismo Madre/Padre que se encuentra en el plano simbólico. Insistir en que el parentesco se inicia a través de medios lingüísticos y simbólicos que definitivamente no son sociales, creo que implica no comprender que el parentesco es una práctica social contingente (Butler, 2006: 224-225).
 
De ahí que lo que el psicoanálisis ha teorizado bajo el término de complejo de Edipo no puede ser aplicado mecánicamente a todos los tipos de familia, como si estuvieran constituidos por relaciones intemporales, por fuera de la historia. Hoy más que nunca toma vigencia la crítica que Lacan hiciera a ese complejo en 1938 en el texto de La Familia: “… Freud considera que este elemento psicológico constituye la forma específica de la familia humana y le subordina todas las variaciones sociales de la familia” (Lacan, 2003: 62).
Segundo: La muerte de la familia patriarcal, en la que la autoridad del padre estaba fundada en última instancia en la de dios –escrito así, con minúscula-, que a su vez le daba su fundamento a las formas de gobierno, a las instituciones sociales encargadas de administrar la vida terrena y espiritual de los hombres, a las formas de vivir los lazos amorosos y familiares. Este paradigma, con ligeras variantes históricas y geográficas, dominó la vida de occidente durante largos siglos, otorgándole consistencia a un continuo que iba de dios, al papa, al monarca y terminaba con el padre de familia (Agamben, 2008: 153-155). No obstante, las múltiples estructuraciones familiares existentes en la actualidad no requieren forzosamente de la autoridad para su organización y funcionamiento, y cuando ella existe no se encuentra necesariamente bajo el monopolio de un padre. La muerte posmoderna de dios -con el consiguiente desapego generalizado a los cultos y la destitución cotidiana de la creencia religiosa que el capitalismo salvaje lleva a cabo a través de la depredación que convierte casi todo en mercancía- ha terminado por darle el tiro de gracia al padre como rey de la familia. El agujero que dejan estas muertes conlleva nuevas formas de malestar subjetivo, de malestar en la civilización, pero también abre la posibilidad de construir en los bordes de ese agujero nuevas modalidades de subjetivación y de lazo social. Darle lugar a esta última posibilidad requiere tener en cuenta que la “solución paterna” que consiste en identificar la constitución del sujeto con el sometimiento a la ley del padre, lo que sería el eje de la función paterna, es sólo una de las formas posibles de subjetivación y que existen otras modalidades de relación con la ley y otras configuraciones de la ley que hacen posible la instauración de los sujetos y el lazo social entre ellos:
… devenir sujeto es como, en virtud de una evidencia, someterse a la ley (del padre). Si, por el contrario, se puede entrever que la solución paterna no es la única relación que los sujetos pueden mantener con la ley, sino un momento totalmente particular, entonces se vuelve posible concebir una concepción de la subjetividad completamente diferente (Tort, 2008: 20)[4].
 
Tercero: El desvanecimiento del matrimonio como forma casi única, aprobada socialmente, de vivir las relaciones eróticas y amorosas. Cada vez son menos las parejas que buscan el matrimonio, sea civil o religioso, como destino y proyecto. Decir que se trata de una crisis de la institución matrimonial es avalar la idea de que es posible volver al estado anterior, pero lo que hemos venido delineando más bien parece apuntar a la pluralidad de formas de vivir e instituir los lazos amorosos. La liberación sexual que floreció en los años sesenta del siglo pasado, la separación entre sexualidad y reproducción y hasta el alargamiento de la expectativa de vida, han modificado radicalmente el lugar social del matrimonio y las reformas legales que venimos comentando son el último avatar de esas transformaciones.
En este último punto, quienes se oponen a la legalización de los matrimonios igualitarios y a su derecho de adopción, podrían tener en consideración que las comunidades lésbico-gays que reivindican esas prestaciones legales son de los pocos grupos sociales que todavía defienden apasionadamente la institución matrimonial. Por supuesto que los miembros de estas comunidades también tendrán que enfrentar el riesgo de que su movimiento pueda perder su tono subversivo y sea recuperado por las normas sociales tradicionales, justamente como consecuencia del reconocimiento de sus derechos.
La jerarquía católica promueve en los templos bajo su jurisdicción una campaña de recolección de firmas para proponer una reforma legal que instituya que la única familia es la que forman un padre, una madre y sus hijos, también impulsa junto con algunos grupos conservadores una Red a Favor de la Familia[5]; pero los jerarcas religiosos y quienes participan en esas iniciativas no alcanzan a advertir que con esas acciones destituyen la posición que pretenden sostener, pues si la familia que ellos defienden necesita de su intervención para sostenerse ¿dónde quedó su carácter natural?, y si las leyes de dios tienen que someterse a los procedimientos de la democracia moderna ¿dónde quedó el poder de dios?, ¿qué determina que ahora las cuestiones de la fe se deciden por mayoría?
 
 
Bibliografía
-Agamben, Giorgio. El Reino y la Gloria. Una genealogía teológica de la economía y del gobierno. Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008.
-Butler, Judith. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Paidós, Buenos Aires, 2005.
-Butler, Judith. Deshacer el género. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 2006.
-Dufour, Dany-Robert. Locura y democracia. Ensayo sobre la forma unaria. Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
- Katz, Jonathan Ned. “The invention of Heterosexuality”. Socialist Review, vol. 20, no. 1, Jan.-Mar. 1990, pp. 7-34. Tomado de:
-Lacan, Jacques. La Familia. Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2003.
-Lacan, Jacques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Comunicación presentada ante el XVI Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Zurich, el 17 de julio de 1949, en Jacques Lacan. Escritos 1. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2008.
-Lacan, Jacques. “Palabras sobre la histeria”. Conferencia pronunciada en Bruselas el 26 de febrero de 1977, en Jacques Lacan. El fracaso del Un-desliz es el amor. A la manera del seminario oral de Jacques Lacan. 1976-1977. Ortega y Ortiz editores, México, 2008.
-Redacción. “Crean red internacional para imponer modelo familiar como ‘único legítimo’”. La Jornada Jalisco, 10 de octubre, 2010.
-Redacción. “Transexuales de provincia podrán tener acta de nacimiento del DF”. La Jornada, 12 de octubre, 2010.
-Roudinesco, Élisabeth. La familia en desorden. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.
-Tort, Michel. Fin del dogma paterno. Paidós, Buenos Aires, 2008.
 
 
 
 
 
PUBLICADO EN:
Revista de Estudios de Género. La Ventana. Año 12, núm. 33, volumen IV, julio 2011. ISSN: 1405-9436. pp. 197-209


[1] Este texto forma parte del proyecto de investigación titulado Diversidades eróticas y familiares: mutación del orden simbólico patriarcal y nuevas formas de subjetivación, que se lleva a cabo en el Departamento de Clínicas de Salud Mental de la Universidad de Guadalajara. Es una versión modificada y ampliada de una intervención en la Jornada de Análisis y Discusión: Matrimonios de la diversidad, diversidad de los matrimonios, llevada a cabo en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud y en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, el 10 y el 24 de septiembre de 2010 respectivamente.
[2] La más reciente de ellas es en la que la tercera sala de lo familiar del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal resuelve que quien ha cambiado de sexo tiene el derecho de obtener una nueva acta de nacimiento expedida por el Registro Civil, en la que consten su nuevo nombre y sexo, con tener al menos seis meses de residir en la ciudad de México. Cf. Redacción. “Transexuales de provincia podrán tener acta de nacimiento del DF”. La Jornada, 12 de octubre, 2010.
[3] En 1892 James G. Kiernan utiliza el término “heterosexual” para referirse a un “hermafroditismo psíquico” cuyo síntoma era una “inclinación por ambos sexos”, revelando “métodos anormales de gratificación” que no buscaban la reproducción de la especie. Ese mismo año Richard von Krafft-Ebing utiliza el mismo término en su Psychopathia Sexualis, para referirse a “un sentimiento erótico por un sexo diferente”. Cf. Katz, Jonathan Ned. “The invention of Heterosexuality”. Socialist Review, Vol. 20, no. 1, Jan.-Mar. 1990, pp. 7-34. Tomado de:
(La traducción de las frases citadas textualmente es mía: F. M.)
[4] El paréntesis incluido en el cuerpo de la cita corresponde al original.
[5] Al concluir en la ciudad de Guadalajara Jalisco la II Cumbre Iberoamericana de la Familia, el 11 de octubre de 2010, un conjunto de organizaciones ligadas a la Iglesia Católica anunciaron la creación de esta red que se propone “… el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, sostener a la familia como principio de la sociedad, defender el matrimonio como base de la familia y establecer criterios de decisión y actuación en temas de interés común como educación, religión, sexualidad, políticas públicas, medios de comunicación, salud, ecología y economía”. Redacción. “Crean red internacional para imponer modelo familiar como ‘único legítimo’”. La Jornada Jalisco, 10 de octubre, 2010.