enero 11, 2013

Ojo por...




Alberto Sladogna y Flavio Meléndez[1]

Juan Uriel Sandoval Díaz perdió un ojo en las protestas en contra de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto el pasado primero de diciembre en la ciudad de México. Un proyectil, al parecer una bala de goma disparada por la Policía Federal, lo hirió en el ojo derecho, provocándole además fracturas en pómulo y nariz. Las palabras del joven estudiante al salir del hospital en que fue atendido son algo más que una lección de dignidad.
Al margen de cualquier apetito de venganza, de la represalia que hace del "ojo por ojo, diente por diente" su máxima, Juan Uriel dice, dirigiéndose a la prensa y a sus amigos y compañeros que lo esperaban a su salida del Hospital General, algo que es muy poco común escuchar en quien ha vivido una experiencia como la suya: "Un ojo no es nada. Miles de seres humanos no tienen que comer todos los días, los obreros tienen que ir a las fábricas agachando la cabeza para darle de comer a sus hijos, los campesinos pierden sus tierras y nadie hace nada... Hay muchas injusticias en el país que también están sucediendo y que no las podemos olvidar"(http://www.youtube.com/watch?v=PQfjvx0Gq6w). Eso que le quitaron él lo transforma en condición de "nada", el mercado no puede resarcir eso como "daño económico", comparado con aquello que otros pierden, con aquello de lo que carecen, con la injusticia que padecen y que Juan Uriel convoca a no olvidar. Él añade una "cosa insignificante", sin precio en el mercado: dignidad. En una época en la que frecuentemente se oye decir que "nada es gratis", en la que el capitalismo ha convertido casi todo en mercancía, Juan Uriel le da cuerpo a lo que resta en ese casi al desprenderse gratuitamente, no solicitó una reparación económica, de una parte de su cuerpo. Si querían una parte de él se las regaló, no implora, no se coloca como víctima.
La gratuidad de su gesto va acompañada de una visión singular: "Esto no terminará hasta que la miseria termine. Reivindico todas las formas de lucha y pido justicia para todos los presos, porque la libre manifestación es un derecho que no nos dejaremos arrebatar. Hace falta más organización entre los desposeídos para buscar los ideales de solidaridad e igualdad" (La Jornada, viernes 7 de diciembre de 2012). Él queda desposeído de una parte de su cuerpo, que cede a cambio de sostener una lucha política que ponga fin a la miseria de los desposeídos. Un ojo deja en alto su mirada, esa dignidad que hace relación con los otros.
Cuando muchas voces en nuestro país -no solo dentro del duopolio televisivo- se apresuran a nombrar como "vandalismo" algunas manifestaciones de violencia que cuando ocurren en otros países -Grecia, España, Francia, etc.- son nombradas como "protestas" o cuando mucho "disturbios", Juan Uriel reivindica todas las formas de lucha al no olvidar la violencia que entraña la desposesión en la que viven millones en nuestro país. Una visión que prescinde del discurso políticamente correcto, el de una democracia que tiene su coartada perfecta cuando encierra la participación política de los miembros de una sociedad en las paredes de la urna electoral.
El acto de Juan Uriel nos muestra que en el terreno del deseo hay que perder algo para ganar -todo lo contrario a lo que propone el sistema de creencias que le da forma al capitalismo-, que solo cediendo un objeto sin restitución es posible que se sostenga un deseo que tenga consecuencias. Como todo deseo éste también hace posible una forma de lazo social, en este caso uno en el que quedan incluidos aquellos que han sido excluidos: los presos políticos y los desposeídos de los beneficios de ese sistema de exclusión que se llama capitalismo. "¡No estás solo, no estás solo!", le gritan sus amigos y compañeros a Juan Uriel, quien se autoriza junto con algunos otros a sostener la dignidad.



[1] Psicoanalistas. Miembros de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.
Publicado originalmente en La Jornada Jalisco el viernes 21 de diciembre de 2012:

http://www.lajornadajalisco.com.mx/2012/12/21/ojo-por/

¿Perder los zapatos?¡Perder zapatos!:descalzos



Por Alberto Sladogna[1]

Para salir del pozo hay que dejar de cavar 
Proverbio en chino

Paco Ignacio Taibo II dio a conocer un sueño (La Jornada, 4 de diciembre: "Las señales del futuro invierno"). Paco escribió:
"En la noche sueño con que he perdido mis zapatos negros. Alguien me los quitó y tengo que caminar descalzo por las calles. Es un sueño absurdo, obsesivo. Supongo que tendrá que ver con las fotos de los zapatos abandonados después de la matanza de Tlatelolco o con aquella manifestación del 26 de julio de 1968 cuando los granaderos nos cercaron en la calle de Palma y durante un cuarto de hora estuvieron macaneando al grupo de estudiantes que éramos. Se alejaban, volvían, se acercaban a las primeras filas, toleteaban y se retiraban. No teníamos salida y el millar de nosotros se hacía bolita pisándonos. Y entonces perdí un zapato ¿El sueño es una advertencia? ¿Retornan los oscuros tiempos? Tendremos que pararlos."
Acepto su invitación, el sueño  me concierne y cierne junto a otros. Si, cada sueño es un sueño compartido y con partida, no hay sueños individuales, los sueños son del colectivo. La serie de parágrafos previos al sueño son su introducción. Paco Ignacio asocia el sueño con los hechos y las personas que como él participaron de los acontecimientos del 1/12/2012. El sueño es un tema del colectivo que no es nada más que el sujeto de lo individual.
¿Cuál es el tema? El sueño lo indica: "En la noche sueño con que he perdido mis zapatos negros. Alguien me los quitó y tengo que caminar descalzo por la calles". Supongamos, sin conceder, que como decía Freud el sueño "siempre" remitiría a un deseo infantil reprimido. En efecto, en un momento de la vida comenzamos a caminar descalzos,  fuimos puestos de pie, nos erguimos luego, de pronto, alguien nos colocó zapatitos o tenis o huaraches. Sí, sabemos que otra/os siguen descalzos, otra/s sólo siguen con huaraches o algo parecido, si bien les va.
En la ciudad "caminar descalzo" implica una experiencia inédita: la polis, la ciudad, es una jungla de cemento a la cual nuestros pies no están acostumbrados, deberán dar pasos nuevos sin zapatos, sin estar calzados. Paco Ignacio Taibo II asocia con Tlatelolco y con el 26 de julio de 1968 donde fue cercado por granaderos quienes lo macanearon y lo toletearon. Paco no asocia eso con ningún grupo de "provocadores" o "infiltrados"-disque pagados de a $300.
El sueño que Paco comparte es claro: estamos descalzos, nos sacaron los zapatos, no estamos ni calzados ni fajados ante lo nuevo. Se trata de comenzar a caminar de manera inédita al margen del conjunto de los políticos, sus partidos, sus movimientos verdes o morenos, esos zapatos los perdimos, nos los sacaron, se cayeron. Se trata de un caminar advertido de que el camino no es apto para los pies descalzos, ni para los antiguos zapatos, se trata de seguir caminando sabiendo que enfrente está Goliat, para hacerle frente ¿Cómo caminar descalzos?  Es simple: no hay que olvidar que se trata de Goliat y que ante él lo peor es tener esperanzas pues ellas conducen al desierto donde se queman los inocentes pies desnudos.
Publicado originalmente en Blog de izquierda:

http://www.blogdeizquierda.com/2012/12/perder-los-zapatosperder.html



[1] Psicoanalista descalzo, @sladogna

El proyecto: “Bordamos por la paz”, y los nudos de Jacques Lacan…

*por María Gutiérrez Zuñiga, psicoanalista, Guadalajara, México

Hace unas semanas […], llegó una niña delgada, de cabello largo y oscuro. Tenía unos 11 años. La niña se bajó de su bicicleta color rosa para leer los bordados. Se acercó y me dijo que ahí estaba el pañuelo dedicado a su papá. Me preguntó si le podía dar un pañuelo, porque ella quería escribirle algo. La niña se lo llevó. Aún no sabemos qué bordó. Yo creo que un domingo de estos regresará para enseñarnos lo que le escribió a su papá. El padre de esa niña fue una de las 26 personas asesinadas en noviembre de 2011, y cuyos cuerpos fueron abandonados en la Glorieta Arcos del Milenio, en Guadalajara, Jalisco. Testimonio de Teresa Sordo Vilchis[2]

La ruta del nudo, Lacan

Jacques Lacan, en su Seminario oral de 1974-2975, Real, simbólico, imaginario, en la sesión del 17 de diciembre de 1975, hace cita a una singular recomendación de René Descartes, el autor de ese aforismo que marcó un hito en la cultura de Occidente: Pienso, luego existo. Se trataba de una de sus Reglas para la dirección del espíritu:

…como todos los espíritus no son igualmente llevados a descubrir espontáneamente las cosas por sus propias fuerzas, … no hay que ocuparse inmediatamente de las cosas más difíciles y arduas, sino que hay que profundizar ante todo las artes menos importantes y más simples, sobre todo aquéllas donde el orden reina más, como son las de los artesanos que hacen tela o tapices, o las de las mujeres que bordan o hacen encaje, así como todas las combinaciones de los números y todas las operaciones que se relacionan con la aritmética y otras cosas semejantes.

Lacan agrega enseguida:

No hay la menor sospecha de que al decir esto, Descartes haya tenido el sentimiento de que hay una relación entre la aritmética y el hecho de que las mujeres hacen encaje, incluso que los tapiceros hacen nudos. Jamás en todos los casos, él se ocupó menos que nadie en el mundo de los nudos. Fue preciso estar ya bastante avanzados en el siglo XX para que se esbozara algo que pueda llamarse teoría de los nudos.


Para ver el texto consulte consulte el siguiente link:

http://www.elsaborsaberdelpsicoanalisis.org/2012/11/23/bordamos-por-la-paz-los-nudos-de-jacques-lacan-texto-de-mar%C3%ADa-guti%C3%A9rrez-zu%C3%B1iga/